miércoles, 29 de marzo de 2017

Ven de humo

Después de descartar la posibilidad de pedir helado, porque me puse y me saqué un buzo como ocho veces, sin decidirme mientras entre extender el verano -y dar lugar a la gula- o acatar finalmente el otoño -por más flojo que se estuviera presentando-, prendí la tele.
La perra saltaba como si fuera un suceso extraordinario. Ella sabe que no es habitual que tal aparato se encienda conmigo adelante, pero esta vez exageró. Me miraba incrédula, olfateaba, corría. Un escándalo. Le rasqué la pancita un rato y, aunque seguía sin entender qué pasaba, se acostó con el hocico apuntando al mentado electrodoméstico. Capaz estaba poseída por algún demonio, o simplemente cosas de perros, y yo interpreté lo que me pareció. Como siempre. Con todo.

Pasé algunos canales. Meh, meh, meh, nada, meh... Sandalias y barbas! Sí! Los documentales de Cuaresma!
Me encantan. En serio. Desde muy chiquita me gustan las cosas del desierto. Y se ve que lo único que más o menos había en la tele y que pasaban con cierta frecuencia periódica como para generarme recuerdo, eran las películas de Cristo. La de Robert Powell fue emblemática. La vi como cinco - o más- años seguidos. A mi abuela le encantaba. Y a mi me encantaba estar con ella. Con todo lo que eso implicaba. Y si era mirando cosas del desierto, más.

En el entusiasmo de haber encontrado algo para ver, me olvidé que había dejado pendiente una conversación por whatsapp con mi papá. Pero el se las ingenió para mandar diecisiete renglones -sí, renglones-  y reconvocar mi atención. El mensaje era uno, o casi. Pero lo mandó en esas tanditas que lo caracterizan: sea porque no ve y pifia al enter y  te llega una palabra por la mitad, o porque hasta que la pega con el emoticón que quiere usar (sí, por el Cristo de la Cuaresma, que los usa. Y cómo!) mandó desde el paragüitas violeta hasta el hombrecito corriendo, lo que se te ocurra.

El caso es que así volví al teléfono y desatendí brevemente la televisión.
De paso le di una mirada al facebook, y un evento de no sé quién en no sé dónde. Me sorprendió una publicación de alguien que no conozco personalmente. Una amiga -que ya no veo, salvo en el ciber espacio- venía compartiendo algunas de sus publicaciones, a las que yo megusteaba sistemáticamente. Me dijo: mandale solicitud, no va a vender tus datos ni tus órganos. Esto, porque ella sabe que no me gusta tener contacto virtual (ni real, con casi nadie, pero bueno) con gente que no conozco en la vida cotidiana. Resulta que hace unas semanas, entonces, soy amiga de este sujeto. Qué lo parió.
Y resulta también que hoy se hizo ley el uso medicinal de la marihuana.
Así como lo mejor de los documentales de Cuaresma es poder ver lo lejos que puede llegar la estupidez, combinada con dos microscopios, una cueva y la pretensión de sapiencia, lo mejor de esta ley  es poder ver más estupidez aún, en las publicaciones que generó en las redes sociales. Pero la de este individuo, se lució. Destacó del cúmulo de idioteces y moralina, elevándose como el Voyager, yendo directamente a dónde corresponde: al reggae. Esa producción de sonidos y melazas pro cannabis que tan mal le hacen a la salud de la humanidad. Decía que su sueño era que se despenalice todo lo referido a la marihuana para que desaparezca la -aburridisima decía él, infumable, paradójicamente, digo yo- cultura cannábica. Tan bien, pero tan bien lo dijo, que cuando apreté el pulgarcito  del "me gusta", lo hice con fuerza, como queriendo aplaudirlo con esa sola mano azul.
Por eso no me dedico ya a escribir más que acá: siempre hay alguien que ya dijo o está diciendo lo que yo iba a decir, y diez mil veces mejor.
Volví a la tele, estaban pasando los títulos. Me había perdido el documental que quería ver... Pero llegué para lo mejor: la parte en la que los investigadores nos cuentan, en modo concluyente e inapelable, que María Magdalena era una mujer "notoriamente mayor, exitosa en los negocios" que "tenía mucho poder" y que por todo esto, bancaba a Jesús y sus amigos en la causa esta de la prédica.
Buenísimo lo del porro, aguante ser progre y luchar por la justicia. Pero no se les estará yendo un poco la mano con esto de la reivindicación del género, chicxs?
Algún historiador en la sala, por favor!

...más pasmada que la perra cuando me vio prender la tele, me tiré en la cama a escribir esto, porque ahora sé que hay gente que lo lee. Como si importara.
Mi vecino escucha Evanescence. Sé que son ellos porque sonó veinticuatro veces el único tema que conozco. Como uno o dos de Bob Marley. Esos inconfundibles, y que reconocés como los documentales de Cuaresma, aunque en tu vida te hayas propuesto siquiera prestarles atención.

(Todo este barullo de cosas vomitadas sin reparo, y todavía no se me va de la cabeza cómo hice para decirle lo que le dije a Fernando).



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