jueves, 12 de julio de 2012

Negrura pura

Embravecida, es una ráfaga de peste negra cuando combate intrusos. Nada pasa inadvertido ante   su mirada sagaz. Lleva y trae los ruidos de la batalla. Su paso es torbellino. Como una sombra veloz y aguerrida...
Proclama sus vicisitudes, pero sabe valerse sigilosamente del incógnito cuando es ocasión.
Es suya la originalidad de todas las miradas. Sus pupilas, hipnóticas y destellantes. El brillo de lo salvaje en su anatomía irradia el resplandor de su color negro.
Es negrura pura.
Pura y maravillosa.
Porque pese a su coraje guerrero, sabe percibir y festejar la calidez de la amistad. Su presencia cambia toda escena, porque trae con sigo la ternura y la fidelidad inmaculada. Trae juego. Trae lo simple y lo enroscado.
Como ahora, mientras escribo, que -no sin haber dado las consabidas mil vueltas- se hace un bollito entre mis pies.


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