viernes, 20 de abril de 2012

Mil palomas y un verde limón

Taza en mano, ojota en pie. Una se cayó al piso mientras cruzaba la pierna.Horas entre cúlmines e iniciales de un día y otro.Tendría que estar haciendo otra cosa. Como un placer culposo, elijo no hacerla.Bautizo mi pecado con la devoción creativa, y abro la jaula de las mil palomas.Casi como un capricho, libero los artificios del lenguaje como palomas en la tarde... aunque ya se les haya pasado un poco la hora. Si son mías, pueden estar un poco demoradas. Probablemente por gusto, o tal vez porque sí. Vaya a saber porqué... a veces ni yo conozco los motivos, los asuntos ni los placeres de mis propios pájaros...

Y así van, alborotadas, revoloteando. A ellas no les importa que la metáfora las convoque por la tarde, siendo en realidad horas de la noche. Ellas van.
Es un vuelo casi pulsional. Probablemente porque me asistieron desde los dinteles de las ventanas de la facultad durante horas. Largas horas de monólogos: algunos soberbiamente mediocres, otros, magistralmente impecables... y algunos más que pasaron totalmente desapercibidos.Estaban ahí, tomando sol, bien temprano a la mañana. Malditas palomas, ellas asoleándose, y yo soportando monólogos... pero no, son lindas, miralas: se rascan las plumitas, sacuden el pecho y la cola al mismo tiempo (cómo harán, me pregunto). Picotean unas migas de algo que seguro no fue alimento, contrariamente a lo que ellas suponen. Es una especie de fosilización de algo que ni siquiera fue pan o galletita. Nada. Pero ellas picotean. Y el monólogo, incesante, como ese picoteo.
Pero no voy a hacer de las palomas un discurso florido, o alado para hablar con propiedad propiamente dicha.
A lo que si le estoy dando alas (o al menos modestamente intentándolo) es a la inspiración que me convoca al tiempo que me conmueve.
A veces (todas) hallo en las letras el refugio para mis silencios. Lleno y relleno espacios en los que estoy plácidamente callada o muda. Porque, en rigor de verdad, padezco de una sensibilidad que me hace tan lábil cómo enlace iónico o puente de hidrógeno.Sufro y me retuerzo ante la injusticia, pero ante el dolor del desengaño, muero. Muero, pero solo en partes.
A mis casi treinta años, alumbro un limón.
Un limón que es reducto de todo lo ácido. Un punto verde y arrugado. Pero perfumado, jugoso y simple.
Con una referencia a la paloma blanca y al cliché en el que estaba sentada, doy paso inaugural.
Sean ustedes bienvenidos. 
Le dejo el arte del decir a John Steinbeck, y me callo.



‎"A las gentes que andan huyendo del terror les suceden cosas extrañas; algunas crueles y otras tan hermosas que les vuelven a encender la fe"





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