domingo, 20 de mayo de 2012

Peces y flores... in memoriam


flotitud

y todojunto

Te extraño. Y a la vez, no. Porque llueve y no te veo.
Te lloro sin decirte y te nombro en ausencia.
Llamo a Pelusa y no viene. Dónde está ese gato ahora que lo necesito?
Sí, ya sé que es imaginario. Pero sabés qué? Creo que hasta a él te llevaste.
Devolveme la magia que te robaste, y que escondiste bajo tu sillón colorado.
No te voy a decir nada, no te lo voy a decir nunca.
Ya sabés que creo que moriré antes de develar los misterios de la matrix internética. 
Y te escribo acá, por no decirte ahí.
Te extraño, pero no te quiero.
No quiero quererte. No te quiero mio.
En esta lluvia no hay gotitas. Y mi chicle se empecina en ser berry, (aunque lo deseo cherry)
No sé quién sos. Pero a la vez, sí.
Te escribo sin leerte y eso me condena.
Sé que no hay métrica que contenga esta canzonetta.
Pero tampoco hay cuerpo que resista tanto silencio.
Me la estás haciendo difícil, recontra dificil. Y tenés razón. Cuando fuiste simple no te creí.
Y yo que me proclamaba la reina de lo simple y verdadero! salí despavorida por esa calle que ya sabés. Esa, por la que te corrí tantas veces. Por la que te alcancé descalzo, tropezando dos veces con la misma piedra. Tan imaginaria como Pelusa.
Te pido perdón, con tantos ideogramas como caben en una taza japonesa. O china.
Nadie en la vida, nadie, hizo de un beso un capítulo siete. 
(lo copio letra por letra, como un castigo en tu nombre, de la textura de un libro que huele a tu noche)


 Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

     Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

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